By Jorge Fuentelsaz
Nueva York, 30 ene (EFE).- Los miles de vendedores ambulantes sin licencia de la ciudad de Nueva York, que -lejos de las atracciones turísticas de Manhattan- ofrecen todo tipo de comida, desde tamales mexicanos hasta kebabs egipcios, están hartos de las continuas multas están siendo entregados por las autoridades locales y quieren normalizar su estatus.
A pesar de la nieve y el frío que estos días están haciendo temblar a la Gran Manzana, las ecuatorianas Gladis y Jenny trabajan desde las cinco de la mañana en el Crowne Plaza de Queens vendiendo tamales, champurrados, arroz con leche y café a los madrugadores de la zona.
“A veces nos han quitado la comida, (o) nos han echado, aunque aquí no ha pasado nada por la pandemia. No tenemos trabajo, tenemos que dedicarnos a esto y yo tengo un niño de 12 años y no recibo nada del gobierno, nada. Y yo lo apoyo desde este (trabajo)”, dijo Gladis a Efe, protegiéndose de la nieve con un sombrero de playa de ala ancha.
Han estado en pie de guerra desde el brote de Covid-19 y el jueves pasado unas 200 personas se reunieron en Herald Square, en la intersección de 34th St. y Broadway, para pedir a los legisladores estatales que apoyen dos nuevos proyectos de ley que otorgan a todos los vendedores ambulantes permisos de venta basados en criterios de saneamiento y salud y no según la cuota de la ciudad para otorgar dichos permisos.
“Estamos alzando la voz para que finalmente aprueben esa ley y nos den permisos para trabajar con dignidad. Es el único trabajo que tenemos para poner comida en nuestras mesas”, dijo a Efe emocionada Clotilde Juárez, madre mexicana de tres hijos nacidos en Estados Unidos.
Juárez vende chalupas y bocadillos de harina de maíz en Queens, “llueva, tormenta o nieve”. Dijo que comenzó como vendedora ambulante hace dos décadas y que había dejado de trabajar temporalmente para trabajar en una lavandería, pero la crisis de la pandemia la dejó sin trabajo y eso la empujó a retomar la venta de bocadillos en su carrito de venta.
Ella es una inmigrante indocumentada, como la mayoría de los miles de vendedores ambulantes que se ganan la vida ofreciendo sus mercancías y alimentos en las calles.
“Todo lo que hacemos, lo hacemos por simple necesidad. Es nuestra última opción, porque sabemos que vienen y nos quitan este lugar, tiran (nuestros bienes) a la basura, nos sacan a patadas de los parques, pero si estás un padre tienes que hacerlo, tienes que pagar tu comida, tu renta”, dijo Juárez.
En la última manifestación, convocada por la organización no gubernamental Street Vendor Project, intervino la senadora estatal Jessica Ramos, patrocinadora de un nuevo proyecto de ley para facilitar la concesión de licencias a los vendedores ambulantes en los distritos de Nueva York con más de un millón de habitantes.
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